La grandeza efímera de Ozymandias: Explorando su legado en los poemas
Ozymandias, también conocido como Ramsés II, fue uno de los faraones más poderosos del antiguo Egipto. Su construcción de monumentos como el templo de Abu Simbel y su legado como conquistador lo convirtieron en una figura imponente en la historia. Sin embargo, su grandeza fue fugaz, como lo demuestra el famoso poema "Ozymandias" de Percy Bysshe Shelley.
En este artículo, exploraremos la fascinación que Ozymandias ha despertado en los poetas a lo largo de los siglos. Analizaremos diferentes poemas que tocan temas como la arrogancia, la ambición desmedida y la efímera naturaleza del poder.
Poemas inspirados en Ozymandias
I. "Ozymandias" de Percy Bysshe Shelley
Uno de los poemas más conocidos y más citados sobre Ozymandias es el escrito por el poeta romántico Percy Bysshe Shelley. Publicado por primera vez en 1818, este poema captura la caída y desaparición del imperio de Ozymandias. Shelley utiliza la figura del narrador que se encuentra con los restos de una estatua de Ozymandias en el desierto, con la inscripción "¡Miran su grandeza y desesperen!".
"Nada queda de esa enorme ruina, salvo las piernas rotas y sin cuerpo,
y cerca de ellas, en el suelo solitario, estas palabras graven,
'¡Miran su grandeza y desesperen!'
Nada más. Alrededor, la decadencia de esas arruinadas llanuras extensas,
infinitas y vacías."
Este poema de Shelley resalta la efímera naturaleza del poder y cómo incluso aquellos considerados grandes pueden encontrarse en ruinas y olvidados en el tiempo.
II. "Soneto a Ramsés II" de Rubén Darío
El poeta nicaragüense Rubén Darío también fue cautivado por la figura de Ozymandias. En su poema "Soneto a Ramsés II", Darío retrata a Ozymandias como un faraón arrogante y egocéntrico, cuyo poder se ha desvanecido con el tiempo.
"Hacia las anchas tierras de Egipto te encaminas
porque tu orgullo y tu soberbia no te bastan;
quieres añadir al imperio de tus montañas
nuestras Gizeh, Tebas, Luxor y Karnak divinas."
Darío utiliza un tono de crítica hacia el poder desmedido y la vanidad que impregna la figura de Ozymandias, retratando su caída y desaparición como un resultado inevitable de sus propias limitaciones humanas.
III. "The Statue of Ozymandias" de Horace Smith
Smith fue un contemporáneo de Shelley y también se sintió inspirado por la figura de Ozymandias. En su poema "The Statue of Ozymandias", Smith utiliza un enfoque similar al de Shelley, presentando las ruinas de una estatua de Ozymandias como símbolo del inevitable declive de la grandeza humana.
"Cerca de esas piernas rotas y sin cuerpo,
hay una cabeza a media altura y medio
hundida en la arena; sus cejas arrugadas
y un ceño fruncido son todo lo que queda."
Smith también aborda el tema de la vanidad y la arrogancia del poder en este poema, enfatizando cómo el tiempo y la naturaleza eventualmente reducen incluso a los más grandes y poderosos a meras ruinas olvidadas.
Ozymandias ha sido una figura inspiradora para los poetas a lo largo de los siglos, quienes han explorado temas como la arrogancia, la ambición desmedida y la efímera naturaleza del poder a través de sus versos. Los poemas de Shelley, Darío y Smith ilustran de manera magistral cómo la grandeza humana puede desvanecerse rápidamente, dejando solo ruinas en su lugar antes imponente.
La historia de Ozymandias nos recuerda la importancia de la humildad y de no tomar el poder y la grandeza como algo eterno. Estos poemas nos instan a reflexionar sobre cómo dejamos nuestra marca en el mundo y cómo nuestras acciones pueden perdurar o desvanecerse en el tiempo. En última instancia, la lección de Ozymandias es que la verdadera grandeza reside en cómo impactamos en la vida de otros y en cómo vivimos nuestras vidas más allá de los esfuerzos por obtener poder y notoriedad.
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