Musa de Petrarca: La inspiración divina del poeta renacentista
El amor y la belleza han sido temas recurrentes en la literatura a lo largo de los siglos. Y uno de los poetas más destacados que se adentró en estas temáticas, en particular la del amor idealizado, fue Francesco Petrarca. Este poeta italiano del Renacimiento encontró en su musa una fuente inagotable de inspiración para crear los más hermosos poemas de amor y devoción. En este artículo, exploraremos la figura de la musa de Petrarca y daremos un vistazo a algunos de sus más destacados poemas.
¿Quién fue la musa de Petrarca?
La musa de Petrarca fue una mujer de nombre Laura, una figura inalcanzable y esquiva que cautivó el corazón del poeta desde el primer momento en que la vio. Laura fue inspiración para escribir más de trescientos poemas, recogidos en el famoso libro "Canzoniere". En este conjunto de poemas, Petrarca expresa su amor y admiración hacia Laura, pero también su desesperación ante la imposibilidad de alcanzarla. Su musa se convirtió en una figura divina, casi inalcanzable, que simbolizaba la perfección y la belleza.
Un poema de amor a la musa
En aquel ingenio del amor templado,
en aquel cristalino y dulce espejo,
en aquel áureo cabello que vierto,
en aquel raro sesgo desatado,
en aquel labio, que parecía creado
sólo para mi miel y jamón suerto,
en aquel canto heroico, en aquel huerto
de amor, que Dios me dio para mi agrado,
estaba yo, si estaba allí mi vida,
dando a mi pluma
de ranas lenguas doctas y humildes.
Y al hierro dilatando estaba herida
de vivos rayos la cuerda nívea
de mi lira, por ella consagrada.
Poemas para la musa
Petrarca escribió una gran cantidad de poemas dedicados a su musa, Laura. Los siguientes son ejemplos de algunos de ellos:
Soneto 16:
Quítenme más bellos ojos que los años,
quítenseme más dorados cabellos,
bórraseme el color fresco y lozano
que en la atenta costumbre mía envuellos.
No el cabello, los ojos y el semblante,
pero esa sangre que el color me presta,
si pudiera arrancar, para mí antes
quisiera yo que toda chica y gesta.
Y en tal duda no puedo hallar sosiego,
apenas suspensión en tanto planto:
un vaso de agua arrastrará mi fuego...
Si el vaso fuera el mío carcabelo.
Soneto 90:
Mientras despiertan los ojos a la luz
dulce, primera y única que intento:
bello honor y hermosura, y joya y oro
y perla y piedra y flor y vaso y viento;
y cuanto puede arder, herir y encerrar,
y cuanto puede correr, elevar, bajar,
bajar, alzar, llorar, reír, matar,
a cuanto puede más añadir avistar;
entre tanto propósito hago sitio
para este último verso que escribí,
nombre y amor de efecto apropiado:
tu sola fe un gran bien cumplió en mí;
el último suspiro llega a la boca,
mas aso y confórtome con Laura.
La musa de Petrarca, Laura, fue la inspiración que dio vida a algunos de los poemas más bellos e intensos de la literatura italiana. Su figura idealizada y su amor inalcanzable convirtieron a Petrarca en uno de los grandes poetas del Renacimiento. A través de sus poemas, podemos apreciar la intensidad de la pasión que sentía hacia su musa y cómo esta inspiración divina lo llevó a crear obras atemporales. Sin duda, la musa de Petrarca seguirá siendo un símbolo de amor y belleza a través de los siglos.
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