Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla

En el rincón de mis recuerdos más añorados, mi infancia se dibuja como un poema lleno de colores vibrantes y melodías encantadoras. En cada verso, puedo saborear el aroma de las flores de mi querido patio de Sevilla, donde pasé horas interminables de juegos y risas.

Índice
  1. El patio de mi abuela
  2. Juegos bajo el sol
  3. El patio en cada estación
  4. La infancia en versos

El patio de mi abuela

Recuerdo los azulejos pintados a mano que adornaban el patio de mi abuela. Cada uno contaba una historia, un fragmento de la tradición y la cultura andaluza. Bajo la sombra de una parra, solía sentarme a leer y dejarme llevar por las palabras que bailaban frente a mis ojos.

"El patio es un mundo en el que convergen
las risas infantiles y los abrazos de abuela.
Es un remanso de paz entre las paredes encaladas,
donde el tiempo se detiene y se sueña besando las estrellas."

En ese patio con olor a azahar, las tardes se hacían eternas. Las risas y los juegos se mezclaban con el canto de los pájaros y el murmullo del agua en la fuente. Mi abuela nos enseñaba a cuidar las plantas y a apreciar la belleza de la naturaleza, una lección que aún hoy guardo en mi corazón.

Juegos bajo el sol

En un rincón del patio, había un pequeño arenero donde solíamos construir castillos y crear universos imaginarios. Las risas y las voces de mis amigos llenaban el aire, mientras las mariposas revoloteaban a nuestro alrededor.

"Construyendo castillos en la arena,
en el patio de Sevilla siempre sonreía.
Era el rey de mi propio mundo,
donde cada tarde se hacía eterna y divina."

El sol se colaba entre las hojas del naranjo, dibujando sombras y creando pequeñas luces que parecían bailar al ritmo de nuestras risas. Ahí, en ese patio mágico, aprendíamos el valor de la amistad y la importancia de compartir momentos especiales juntos.

El patio en cada estación

El patio de Sevilla cambiaba con el paso de las estaciones, adaptándose a los colores y los sonidos de cada época del año. En primavera, los naranjos se llenaban de flores blancas que perfumaban todo el espacio.

"En primavera el patio se engalana,
los azahares susurran melodías.
Es el canto de la naturaleza en cada rincón,
una sinfonía de vida y amor en Sevilla."

En verano, el calor se hacía sentir, pero con la sombra de los árboles y la frescura de la fuente, el patio se convertía en un oasis de tranquilidad. Y en otoño, los naranjos se cubrían de frutas, regalando a nuestros paladares la dulzura de la naturaleza.

"En el otoño el patio se tiñe de naranja,
las hojas caen como lágrimas al suelo.
Es un ciclo que se repite una y otra vez,
expresando la belleza efímera de la vida."

Y cuando llegaba el invierno, el patio se cubría de un manto de silencio y nostalgia. Ese era el momento en el que me refugiaba en mi rincón favorito, con un libro entre las manos y los sueños flotando en el aire.

La infancia en versos

La infancia es un poema en sí misma, una obra de arte que se entrelaza con nuestros recuerdos más preciados. Cada experiencia, cada risa compartida, se plasman en los versos que dibujan nuestra historia.

"La infancia es un verso lleno de magia,
donde la inocencia danza con la imaginación.
Es un grito de alegría, un abrazo en la noche,
un jardín de palabras que florece en el corazón."

A lo largo de los años, he aprendido a valorar aún más esos recuerdos de mi infancia en el patio de Sevilla. Son tesoros que atesoro en lo más profundo de mi ser y que han dejado una huella imborrable en mi alma.

Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla, un regalo que guarda poemas de risas, juegos y aprendizajes. Cada vez que cierro los ojos, puedo volver a vivirlo todo como si fuese ayer, y la nostalgia se mezcla con la gratitud por haber sido parte de ese mundo mágico.

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